Yo te ví - (Enviado especial)

Sábado a la noche. Noche soleada, por supuesto. Porque mañana juega el Rojo…la final. Sí. La final. Miles de soles brillando para mí, y para vos, que sos hincha del Rojo. Vos, que siempre fuiste a la cancha. Y vos, que de chiquito sos de Sportsman, y que empezaste más tarde que temprano a ir a verlo, y después se te hizo vicio. Y para vos también, que estabas buscando algo que te llene, que te devuelva lo que das, en la semana, en tu colegio, en tu trabajo, en tu casa, y con esa ingrata que te tiene meta parla y nunca nada. Para vos también que encontraste ese vuelto los domingos, donde menos lo pensabas y ahí estaban 11 obreros rojos, jugando para vos.
Noche soleada la del sábado, y vos y yo sabemos que no es por ese sábado, que se parece bastante al otro sábado y a otro más. Ahora que lo veo desde lejos, me doy cuenta que vos sabías que yo sabía que vos sabías que ese sábado era previa. Y entonces te fuiste solo con el día, a dormitar apenas un sueño, pero con la sonrisa a medio mostrar y los ojos apretados, como riéndote de una herejía, que sólo vos sabés.
Pero ahí tu soledad, te tengo que aclarar, era más mentira que nunca, porque en este mismo pueblo, no caminaste solo nunca. Porque muchos caminaron el mismo camino, pensando dormir el mismo sueño, vacío sueño, ansioso de escribirse más tarde, quizá un domingo.
Y el domingo llegó. Y la pilcha de campión la dejaste por el piso. Porque te ibas a la cancha y te vestiste de ocasión. Algo rojo por supuesto, algo que huela a pasión, cincopesos pa´ la entrada, 970 y bajón.
Y ahí te fuiste para la Tello, a juntar un poco de gloria, a sentarte en esa esquina y al estadio, cantarle al oído una canción. Porque no iba a poder estar (aunque el Rojo es local en todos lados). Porque se conocieron de pibes, y él siempre te escuchó. En las buenas y en las malas, se hizo cargo el señor. Y te le fuiste cantando para la cancha del tata, acariciando ese trapo de palo, que pronto pronto iba a volver a volar. Y la sonrisa se hizo dueña, se te rieron hasta los pies. Porque tenés que confesar que ese césped temblaba, y el Rojo salía a la cancha, a ponerle el pecho una vez más.
Qué locura! Qué locura… Si te viera tu mamá. Se moriría de envidia, porque al Rojo lo querés más. Y le gritaste a esos 11, que eran uno solo tu buen amigo, que esta campaña volveremo´ a estar contigo, y que no te importa lo que digan esos putosdebletrán, yo te sigo a todas partes cadaveztequieromás.
Lo que sobra, para qué contar. Chasca tranquilo, de penal. Rudy, siempre vas a estar. Chasca vos sos de Choele, vos sos de Sportsman, de qué me vienen a hablar! Rudy, loquillo, no es necesario, basta que juegues contra Beltrán. Pehuenche querido, te pido, sacate la casaca de juez, ponéte la del tata amigo, que contra los árbitros Sportsman está empachado de ganar.
2 a 2 lo puso Puente, y Pehuenche 3 a 2. Y vos que estabas descorchando, esa fresquita de casi un litro, a la que algún otro le pintó banderas, te tuviste que despertar. Te nacía de la bronca, y empezaste a sentir calor. Te estabas prendiendo fuego, dale Rojo, dale Ro… Y fue entonces cuando Giretti, el más canoso de los dos, se entreveró entre los tatas y el muy atrevido la empardó. Después ya ni te acordás, si fue empate o hubo más. Ay querido, cómo estás! Te olvidás que fue Giretti, pero esta vez el franquito, el que la mandó a encuadrar. El resto sobra, para qué contar. Te viniste a festejar, como chancho en su chiquero, y le volviste a cantar, al estadio de la Tello. Qué alegría que tenías! Ni que hubieses sido papá!
Ha pasado una semana, mañana se cumplen las dos. De ese sábado soleado, que ahora que lo veo de lejos, era un sábado especial. Porque quise contar mi historia y terminé contando la tuya, que era también un poco la mía, la de todos, la del domingo en la cancha de Puente Molina, donde el Rojo salió bicampeón. Un domingo especial, por lo menos para mí. Por lo menos para vos, que seguiste siempre al Rojo, quedate tranquilo hermano, podrás contarle a tus nietos, que vos no te lo perdiste, que yo doy fe, que yo te ví.
LA970. Siempre.
Entiendo tu envidia.